domingo, 10 de abril de 2011

Mi versión de "Responsabilidad"

Hola, chicos. Aquí os dejo mi versión del comentario. A los de primero, os recomiendo que os fijéis especialmente en el tema, las ideas, el resumen, los argumentos y la tesis, pero os aconsejaría que, si tenéis tiempo, os leáis todo el comentario, para que vayáis tomando ideas de cara a próximos exámenes, o al curso que viene.

Espero que os sirva.

Hasta mañana.



MI VERSIÓN DE “RESPONSABILIDAD”

COHERENCIA

Asunto: Periodismo, política y audiencias.

Tema: Crítica al egoísmo de periodistas y políticos y su manipulación de las noticias sobre la crisis japonesa en beneficio propio.

Primer párrafo:

IP. El periodismo ha degenerado en una profesión cuyo objetivo es conseguir audiencia a como dé lugar.

IS. Y esto se sale del ámbito de la redacción para llegar al mundo de la política.

A. de autoridad: Iñaki Gabilondo ya se hace eco de este fenómeno en su último libro.

Segundo párrafo:

IP. Algunos políticos prefieren jugar con la audiencia que les proporciona su perspectiva catastrofista de una situación antes que informar objetivamente y tranquilizar a los ciudadanos, que antes que posibles votantes, son personas.

IS. Si fuéramos objetivos, trataríamos de escuchar a quienes en realidad saben del tema, como físicos e ingenieros nucleares, pero éstos tienen poco poder de captación porque no son famosos, no venden y no están interesados en los votos ni las audiencias.

A. de ejemplificación: Merkel y Oettinger y sus pintorescas y apocalípticas intervenciones en Alemania.

A. de datos: una ola de 10 metros.

Tercer párrafo:

IP. Es mucho más loable la actitud de un político que, lejos de buscar la magnificencia, prefiere actuar con serenidad y aplicarse a solucionar los problemas de su pueblo sin pensar en las próximas elecciones.

IS. Esto es lo que ha sucedido en Japón y  con su líder, Yokio Edano.

A. de experiencia personal: quienes actúan así son más respetables.

Resumen:

El periodismo ha degenerado en una profesión cuyo objetivo se centra en aumentar la audiencia, y a este juego se suman también muchos políticos. En efecto, ante la crisis japonesa surgida como consecuencia del terremoto sufrido en marzo, importantes líderes occidentales prefieren crear expectación con sus palabras alarmistas antes que infundir calma y buscar soluciones. Por el contrario, el gobierno japonés da una lección afrontando con serenidad y responsabilidad el grave problema que ha sacudido a su pueblo.

Tesis: Es más respetable la responsabilidad demostrada por el gobierno japonés, que a fin de cuentas es quien más alarmado debería sentirse, que la búsqueda de popularidad de los líderes occidentales que, lejos de preocuparse por los problemas de los afectados, tratan de aprovechar la situación para aumentar su popularidad de cara a las elecciones y la captación de votos. Es sintetizante y explícita.

ADECUACIÓN

Participantes

Emisor:

1º Párrafo: no aparece. La idea principal gira en torno al periodismo, y las palabras se toman del libro de una autoridad como Iñaki Gabilondo, por ello la autora prefiere usar la tercera persona y subrayar los datos que éste (Iñaki) aporta. Además, ella no se considera parte de ese núcleo de periodistas obsesionados con ver subir las cifras de audiencia.
“Lo que una vez fue el oficio de contar historias, afirma…” No establece deíxis social próxima con dichos periodistas, por una parte, y por otra manifiesta la objetividad a la que debe tender todo profesional de los medios que se precie de ello evitando aparecer en la noticia que transmite, dando ejemplo de responsabilidad periodística.

2º Párrafo: no aparece. La idea principal gira en torno a los políticos mediáticos, y prefiere dejarlos hablar a ellos, “Oettinger, hablaba del Apocalipsis”, o dar paso a la impersonalidad para alejarse de ellos, ya que no comparte su postura: “Donde debería de haberse abierto…”,  “en un continente donde nadie recuerda una ola de 10 metros”. En este caso, la deíxis social es lejana, porque no valora positivamente a dichos políticos.

3º Párrafo: aparece en primera persona del singular, no porque no se establezca deíxis social con el lector potencial, sino porque admite su responsabilidad única ante las palabras que emite: “No tengo…”, “me parece…”, “para mí…”. No se diluye ni se esconde, y se hace cargo de lo que afirma con un valiente “Yo”.

Receptor:

Este texto va dirigido, en principio, a periodistas y políticos como receptor implícito, es decir, aquel en quien piensa cuando escribe su artículo, porque son quienes no lo están haciendo bien y quienes se han de ver reflejados y cambiar de actitud. Recordemos que los periodistas, al principio de su jornada, echan un vistazo a lo que han escrito sus “contrincantes”, y quizá la señora Grandes intenta que los colegas que la lean recojan el mensaje que les lanza. En cuanto al lector medio de la calle, el lector potencial, se ve reflejado como audiencia, pero la autora no lo incluye en el plural “Nosotros”, no por falta de modestia, sino porque, titulando su texto “Responsabilidad”, quiere dar una muestra de que ella ejerce la suya hablando en primera persona y asumiendo las críticas o repercusiones que sus palabras produzcan.

Modalización:

Valorativa: “conclusiones luminosas”, “Lo más grave”, “esos catedráticos de Física que no interesan a nadie”, o “reflexión seria, reposada” son muestras de que las simpatías de Almudena Grandes están con las personas que ejercen su trabajo de forma responsable, y contra aquellos que no valoran ni consideran dicha cualidad, o lo que es peor, conscientemente cierran los ojos a las vías que pueden arrojar luz sobre el asunto: “esos catedráticos de Física…”, ironía con la que trata de insinuar que a la mayoría de la gente, incluidos nosotros, nos gusta más ver un espectáculo de circo con políticos catastrofistas que luego se erigen en profetas y mesías mundiales que a personas que saben de qué hablan porque se han formado, han estudiado y trabajan en el tema, quizá porque no son guapos, no llevan trajes caros o no se imponen a las masas cuando hablan.

Deóntica: a lo largo de todo el texto la autora trata de que políticos y periodistas se comprometan a cambiar de actitud. Ellos son el receptor implícito para quienes escribe, y quienes han de moverse. El resto de ciudadanos, por nuestra parte, deberíamos prestar atención a esos aburridos físicos, a esos estudiosos que realmente merecen que confiemos en ellos, porque no tienen ningún afán publicitario y además tienen claves para justificar la gravedad o no de las situaciones: “no interesan a nadie”, “Donde debería de haberse abierto al fin una reflexión…”, “Nadie parece tampoco interesado…”

Epistémica: la autora, como periodista, sabe bien de qué habla. “Lo más grave…”, “Así llegó a convertirse en una estrella mediática”. Además, al estar en contacto con la actualidad por su profesión, tiene un amplio conocimiento de la realidad política “Merkel”, “Oettinger”, “Yukio Edano”, y reconoce a un buen dirigente y a un oportunista.

Deixis social

Evidentemente, la deíxis social es lejana con los receptores implícitos, en principio porque no sintoniza con quienes no respetan el ejercicio de su profesión, una profesión, tanto la de político como la de periodista, enfocada a velar por los ciudadanos y mantenerlos informados en cuanto a vías de acción y  soluciones. No en vano, a la prensa se la llama “el cuarto poder”, el poder de destruir o de encumbrar. De sobras es sabido por todos que la fama de un personaje público puede crearse o destruirse por medio de las palabras de un periodista.

Por otro lado, como ya se ha explicado, el ejercicio personal de la “Responsabilidad” de Almudena Grandes le impide subir a su mismo barco esa masa ingente e indefinida de “nosotros” en los que generalmente se diluye el emisor de un texto opinativo, quedando por tanto la deíxis social lejana también en este punto.

Por lo que respecta a la cohesión, os remito a lo dicho en clase el viernes.


VALORACIÓN CRÍTICA DEL TEXTO

Almudena Grandes pretende, con este texto, hacer reflexionar a los profesionales del periodismo y de la política. Por ello, el tono moderado y objetivo que utiliza, el lenguaje reposado, la falta de imprecaciones y de descalificaciones de las que se podría haber servido, son la mejor manera de conseguirlo, pues si el respeto se gana ofreciéndolo de antemano, la responsabilidad de enseña ejerciéndola.

En cuanto al grupo de posibles lectores o electores, es de agradecer la confianza que un buen comunicador despierta con su mesura y equilibrio, y la reflexión que provoca de cara a futuras elecciones, pues cualquier votante con sentido común valora que se respete su inteligencia, que se dé por hecho que ya sabemos quién hace mal las cosas, y que se dediquen a plantear planes de acción viables y coherentes. En cuanto a los periodistas, preferimos a los serios, a los que son objetivos, a los que escriben libremente porque saben que su trabajo es de calidad y basta para que las audiencias se mantengan sin necesidad de arrojarles carnaza.

La actualidad del texto radica en los recientes acontecimientos ocurridos en Japón: el terremoto y el tsunami consecuente, así como las repercusiones en los reactores nucleares. El interés es máximo para todo el mundo, pues muchos políticos y periodistas ganan audiencia manipulando la información, lo cual es una muestra de desprecio hacia la ciudadanía.

OPINIÓN PERSONAL

Los periodistas que actúan con profesionalidad y miman a su público son un sector cada vez más valorado por quienes disfrutamos con el arte de las palabras. Por el contrario, los pseudoperiodistas que persiguen a famosos y famosillos micrófono en mano para saber quién hace qué con qué otro quién son detestables y la vergüenza de la profesión.

Un periodista debe respeto a su público, y un político debe respeto a sus electores, además de a los ciudadanos que hayan decidido no votarlo. Y este respeto se está perdiendo, cuando vemos en programas de lo que se ha dado en llamar prensa rosa cómo se vulnera el derecho a la intimidad de la gente, y en mítines populistas cómo se arenga a los asistentes para que  aplaudan como borregos o se rían de chistes de mal gusto dirigidos hacia el contrincante. En vez de esto, queremos noticias objetivas, comentarios justificados y elegantes, aprender, y saber qué podemos esperar de los políticos a quienes pensamos elegir.

Lo más triste del caso es que resulta difícil imaginar qué pasará por la cabeza de ciertos políticos cuando juran su cargo; pienso que quizá, mientras levantan la mano con gesto solemne embutidos en trajes carísimos, están haciendo números, pensando cuánto van a ganar y qué se van a comprar gracias a la fe que depositamos en ellos; mientras que ciertos pseudoperiodistas se frotan las manos pensando en las ventas que van a lograr sin pensar en que el pánico, que es el miedo fuera de control, puede ahogar y hundir a muchos receptores que se creen lo que ellos dicen porque piensan que son honrados y competentes.

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