Hace algunos años, un amigo mío perdió a su padre. Mi amigo tenía veinticinco años, y muchas cosas por hablar, muchos malentendidos por aclarar con él. Su dolor, su impotencia, la realidad de que una vez que alguien se va para siempre ya no se podrán decir las cosas que queríamos decir, me hicieron pensar, meditar sobre mi propia realidad. Y surgió este poema, en cuestión de minutos, sin que la mente procesara lo que la mano escribía.
SI…
Si mis
palabras fueran bálsamo que cerrara tus heridas,
hablaría hasta quedarme sin voz;
Si los
pañuelos del consuelo aliviaran tu pena,
los
lienzos de mi aliento te envolverían;
Si la
mano suave del tiempo borrara tu dolor,
adelantaría
todos los relojes del mundo;
Si mis
lágrimas apagaran las tuyas,
lloraría
hasta inundar el vacío, el universo y la nada;
Si un
sol eterno te hiciera sonreír,
mataría
a la noche con un puñal de luna fría;
Si mis
latidos arrullaran tu silencio,
mi corazón susurraría nanas en tus
sueños;
Si mi
dolor estrangulara el tuyo,
me
clavaría tus saetas hasta disolverme en la niebla;
Si el
mundo girase a contrasentido,
cambiaría
los números de los dados en tu tirada;
Si el
viento dócil o el airado huracán llegaran a tu mente,
repetirían
la palabra "amigo";
Si
la oscuridad desgarrara una nota inesperada,
el eco
repetiría: "sufro contigo".
Jen