sábado, 11 de febrero de 2012

Manda huevos y huevas, artículo de Quim Monzó

Nuevamente, el texto que hay que comentar tiene un párrafo menos que el original. Así pues, os pego la versión que he trabajado yo.

MANDA HUEVOS Y HUEVAS
Quim Monzó


Hace unas semanas, un empresario de la hispalense ciudad de Sevilla colocó un anuncio en la sección de ofertas de trabajo de un portal de internet. Explicaba que busca personas para ocupar “plazas de programador”; se supone que de informática.

¡Nunca lo hubiese hecho! Porque, en estos pocos días que llevamos de febrero, por culpa de ese anuncio, la Seguridad Social y la Inspección Provincial del Ministerio de Trabajo lo han sometido a una inspección, previo aviso de que, si se negaba, le caería una multa de hasta 6.250 euros. Según el Ministerio de Trabajo, el empresario es sospechoso de discriminar por motivo de sexo (esos que los iletrados llaman “género”). El motivo es que, en el anuncio, puso que las plazas eran de “programador” y no de “programador/a”.

Ríanse tanto como quieran, pero, según el ministerio, la falta de esa barra y de esa a puede contravenir la ley de Igualdad. Hace unos días, el diario Abc de Sevilla se puso en contacto con el empresario en cuestión. El señor prefiere no dar su nombre ni el de su empresa –cosa lógica “ante el temor de que la denuncia pueda pasarle factura en el trato con las administraciones”–, pero explica que, cuando recibió la notificación, se quedó de pasta de boniato. Bueno, él no lo dice exactamente con esas palabras, pero es lo que se deduce. Porque, demostrando una absoluta ignorancia de las normas de la lengua castellana, el ministerio cree que “el anuncio podía contravenir la ley de Igualdad, al entender la inspección de trabajo que el uso del masculino genérico podría interpretarse como excluyente del femenino, aunque ni la intención del empresario ni lo que dice la Real Academia de la Lengua sobre el uso de ese genérico puedan indicar que eso sea así”.

José Manuel Blecua, director de la Real Academia Española, debería inmediatamente someter al Ministerio de Trabajo a una inspección gramatical por contravenir las normas del castellano y –acto seguido, para que las vuelva a estudiar si las ha olvidado– coger de la oreja al ministro Valeriano Gómez y llevarlo de nuevo a una escuela; si es que aún hay alguna que no haya caído todavía en manos de los papanatas.

COMENTARIO

Asunto: Discriminación sexual y genérica

ESTRUCTURA EXTERNA

 
INTRODUCCIÓN: párrafos 1 y 2
Idea principal: Publicar una oferta laboral sin especificar que va dirigida a ambos sexos puede contravenir la ley.

Idea secundaria: La Seguridad Social y la Inspección de Trabajo multarán a quien se niegue a una inspección – Argumento de autoridad.

DESARROLLO: Párrafo 3

Idea principal: Las normas de la lengua castellana indican que el masculino es el término genérico que alude a ambos sexos por inclusión.

Idea secundaria: El empresario teme la denuncia y prefiere no dar su nombre – Argumento de citas.

CONCUSIÓN: Párrafo 4

Idea principal: Quienes elaboran las leyes deberían informarse mejor antes de legislar.

Idea secundaria: José Manuel Blecua debería someter a inspección al ministro– Argumento de analogía.
ESTRUCTURA INTERNA

Este texto argumentativo expositivo tiene una estructura inductiva, pues la tesis es sintetizante, y se encuentra en la conclusión, de manera explícita. El autor afirma que legisladores y ministros manifiestan un desconocimiento supino de la Lengua, con lo que cometen aberraciones estúpidas como la de duplicar el género de las palabras, así que sugiere que antes de legislar deberían aprender.
TEMA

CRÍTICA al desconocimiento de la lengua por parte de los políticos y su supuesta defensa de la igualdad a través del léxico.
RESUMEN
Hoy en día, publicar una oferta laboral sin especificar que va dirigida a personas de ambos sexos puede ser motivo de sanción por discriminación sexual. Sin embargo, la RAE y las normas del castellano establecen que el masculino genérico incluye al femenino. Pero si nuestros políticos no saben esto, quizá deberían volver a una escuela competente y aprender.

VALORACIÓN CRÍTICA

El autor pretende ridiculizar los excesos que se están cometiendo con la lengua y sus normas en aras de una pretendida igualdad sexual, que nada tiene que ver con el género de los nombres. Para ello, construye un texto irónico, cercano, impregnado de una sátira fina que provoca nuestra sonrisa y nos gana para su causa. Además, que un escritor catalán como Quim conozca y domine los entresijos de la lengua castellana lo convierte a él mismo en el mejor argumento irrefutable de su tesis: hay gente que debería volver a estudiar antes de hablar.

La actualidad del texto viene dada por la noticia del empresario hispalense.
 
OPINIÓN PERSONAL
Como lingüista y filóloga, me adhiero a la tesis de Monzó. El problema no es el masculino genérico, que funciona como el neutro del latín, sino cómo gente que no tiene mejor forma de justificar su sueldo astronómico nos complica la existencia con discursos que se vuelven farragosos e infumables a fuerza de repetir y duplicar cada adjetivo. Así, los textos se llenan de “vascos y vascas, valencianos y valencianas, profesores y profesoras, padres y madres, alumnos y alumnas”, en una retahíla inacabable y  soporífera que llega a hacernos olvidar el tema del que se nos habla.

Y es que la igualdad no reside ahí. De nada sirve que se nos distinga a los miembros y “miembras”, si a las “miembras” se nos va a seguir ninguneando y menospreciando en la vida cotidiana y a efectos salariales o legales. Todo esto es absurdo, agotador e inútil. Mejor harían esos señores en aprender que los humanos no somos de ningún “género”, como las cosas, ya que el género es una categoría gramatical y no somos palabras, sino que pertenecemos a uno u otro sexo; que la violencia es de sexo, y no de género. O quizá sí: violencia de género debe de ser lo que hacen los políticos al agredir nuestros vocablos. Manda huevos, o huevas; pero mándalos a camiones. O “camionas”.

ADECUACIÓN
La adecuación es la propiedad de los textos que los hace indicados para la finalidad comunicativa del emisor. En este caso, advertir de que hay que seguir la norma y reglas del castellano y no inventarnos las nuestras.

Emisor: No aparece en primera persona en ningún caso, aunque su opinión impregna todo el texto a través del léxico: “absoluta ignorancia”, “someter al Ministerio a una inspección gramatical”. Esta ausencia se debe a que él no se incluye en el grupo de españoles que no conocen las normas de la lengua, ni en el de políticos que la manipulan con pretendidos fines igualitarios. Así pues, tampoco puede haber primera persona plural, porque no comparte esas actuaciones, y el único caso, “llevamos”, es más una marca de deíxis temporal.

Receptor: El receptor implícito es cualquier ciudadano español, especialmente los empresarios y anunciantes, por una parte, y los legisladores y políticos, por otra. A unos los advierte sobre la infracción que pueden cometer inconscientemente al omitir ese “/a”, y a los otros les echa en cara su supina ignorancia.

Deíxis social: Es próxima. Monzó se dirige a la segunda persona aunque lo haga con el tratamiento de “ustedes”: “Ríanse tanto como quieran”. Aun así, el texto es informal y cercano, hace gala del sentido del humor y de la ironía cuando pretende someter a inspección gramatical a los inspectores del Ministerio de Trabajo; el titular, a su vez, es muy coloquial y recoge una expresión que implica incredulidad e indignación de quien la emite (“¡Manda huevos!”). Finalmente, sólo en un nivel coloquial se habla de “coger de la oreja al ministro” o de quedarse “de pasta de boniato”.

Modalización 

Epistémica: El grado de conocimiento es elevado, pues Quim conoce lo que el Ministerio establece respecto a la igualdad, conoce lo que dice la RAE respecto al masculino genérico, y conoce la diferencia entre sexo y género.

Deóntica: Sugiere un cambio de actitud; de entrada, hacia los anunciantes (“¡Nunca lo hubiese hecho!”), para que se curen en salud y no cometan el error de omitir la “/a”. Y luego, hacia los responsables de la barbarie lingüística, para que aprendan antes de tomarse la norma lingüística por su mano.

La modalización valorativa también aparece. Aunque no abundan los adjetivos, algunos como “absoluta” (ignorancia), expresiones como “papanatas” o “coger de la oreja” valoran el tema y aclaran cuál es la postura del autor, dejando patente que los intentos igualadores en vocabulario le parecen ridículos e infantiles, y que aun siendo el catalán su lengua vehicular, el castellano le merece respeto y consideración.



 

No hay comentarios:

Publicar un comentario