Este poema, que tiene ritmo de canción para saltar a la comba, y por eso lo llamé así, tiene dos partes, que corresponden a dos vivencias independientes, dos cabos de un periodo de siete años, pero que forman parte de una misma vida. En este caso, la vida es un juego infantil, en el que hay que seguir un ritmo, tratar de que nadie te pise la cuerda, y jugar hasta que la partida se acabe. En la primera parte hay un "tú", pero en la segunda hay un "vos", irónico, demasiado grande para la identidad que envuelve, y que por eso sólo en un juego infantil tiene cabida, un juego en el que la melodía es un soniquete repetitivo, cansino: una burla de lo que es una auténtica canción de amor.
A LA COMBA
Estoy sentada en la estación
errada
Esperando, y no sé hasta
cuándo,
Que me digas que jamás
olvidas
Que el futuro es un lugar
seguro,
Que la gente, por costumbre,
miente,
Que en tu vida yo soy la
salida
Y tú el verso que abre mi
Universo.
Una y dos, me enamoré de vos,
Tres y cuatro, vuestro amor
fue teatro,
Cinco y seis, y aunque no lo
creéis
Siete y ocho, yo tan solo os
reprocho
Nueve y diez, vuestra abyecta
bajez.
Jen
Me parece buenísimo!!! ¿Sabes que la primera parte me ha recordado las letras de Fangoria?
ResponderEliminarMe gusta que te guste: es de esos que salen solos, mientras vas limpiando el polvo y se van escribiendo en tu cabeza. Me ha pasado muchas veces, y los he memorizado hasta que he podido escribirlos, ¡a veces me pasa por la calle, o mientras conduzco! Que algo que yo he escrito te haya recordado a las letras de Fangoria es el mayor cumplido que se le podía hacer a uno de mis poemas ;)
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