martes, 30 de octubre de 2012

"Sólo se vive dos veces"

Este artículo lo escribí a petición de un amigo de Tino Casal, que me propuso colaborar, al igual que el año pasado, en la confección del anuario del pueblo natal de Tino, Tudela Veguín. Y esta vez mi colaboración ocupa el primer lugar en dicho anuario, tras la presentación del director. Por cierto, me han dicho que a la hermana de Tino "le ha encantado" :) Espero que os guste.




SÓLO SE VIVE DOS VECES

 

Desde aquí, Tino, desde este principio del siglo XXI, ese “Mañana” que preconizabas, en que las cosas siguen tan confusas y complicadas como siempre, vuelvo mis ojos hacia tu recuerdo, hacia tu legado, hacia ti, y hago balance de estos veintiún años vividos en tu ausencia, pero con tu constante presencia.

Alcanzarte ha sido siempre una carrera de fondo. Desde el mismo momento en que llegaste a mi vida, desde ese día de verano en que “Champú de huevo” sonó por primera vez para mí, he sentido hambre de ti. De saber cómo eras, pero de verdad, cuando te desnudabas del mundo y te despojabas de tu imagen, hombre solo ante ti mismo, hombre a solas en soledad. Sin embargo, era imposible llegar a algo más que alguna actuación tuya en un programa musical del momento, o una esporádica nota de prensa que leía con avidez para luego releer con la complacencia de quien paladea un raro y exquisito manjar, con miedo a que se acabe y no poder saborearlo de nuevo en mucho tiempo.

 Pensé que se debía a tu celo por preservar tu intimidad, legítimo deseo de muchos personajes públicos, pero no era sólo eso. Con el tiempo llegué a la conclusión de que había toda una conspiración de silencio a tu alrededor. Que se te sometía a un linchamiento por ser diferente, quizá debido al pánico, y no en el Edén, de seres oscuros y vulgares a perder en una lid de originalidad, clase, glamour, elegancia y genialidad. Que se te castigaba por visionario, transgresor, provocador, innovador. Que como artista reacio a someterte a los dictados del decoro de las modas y tendencias al uso, deseoso de insuflar aires nuevos y frescos, se te hacía pagar el alto precio de la incomprensión y el vacío.

Cuando te marchaste al otro lado, nadie te brindó un homenaje en reconocimiento y restitución por tanto tiempo de silencio. Es más: la conspiración, paradójicamente, se afianzó, se volvió densa, tomo cuerpo, y con él te cubría con más tesón y empeño que la misma tierra. Pero los conspiradores se olvidaron de algo. Se olvidaron de la vida de la fama. Esa que los caballeros prerrenacentistas perseguían ante la fugacidad de la vida de la carne. Esa que sólo se alcanza cuando pasas por la Tierra dejando una estela imborrable, que emerge de las capas de olvido que intentan sepultar todo recuerdo. Esa que sobrevive a cualquier cataclismo, la que inmortaliza a los humanos. Esa que se consigue a través de las propias obras y de las palabras que quienes te conocen conjuran para que, con su magia, te perpetúen.

Las armas para conseguir tu inmortalidad nos las brindó ese “Mañana” que nos profetizaste. Nació la Red y sus hilos se extendieron, llegando a cada uno de quienes te quisimos, de quienes te queremos. Siguiendo el hilo de Internet, cual Teseo el de Ariadna,  descubrimos un lugar en ninguna parte pero en todas a la vez, donde, sin vernos, sin verte, estábamos juntos y contigo: un club de amigos tuyos en Yahoo. Nos pusimos en marcha. Fue un principio sencillo, pero auténtico. Conciertos, reuniones, una placa en tu casa natal en Tudela Veguín; tu gente, que eran casi  nuestra gente a través de ti, tus amigos, tu pueblo, tu vida, tus cosas…  Empezamos a conocerte, Tino humano, niño,  adolescente,  soñador. Imparable, la Red crecía y nos conectaba de manera cada vez más estrecha contigo, transmitiendo tu voz, tu imagen, tus recuerdos que, cada vez que llegaban, eran a su vez reenviados para que no quedara un lugar del Universo donde no estuviera Tino Casal a un click del ratón.

La conspiración se iba disipando, perdía fuerzas a medida que la telaraña Casal crecía y se enfrentaba a los dictados del silencio. Poco a poco, cual “Los pájaros” que cantabas, fuimos emergiendo de las sombras. Y nuestra cruzada, la de la luz, venció en la larga batalla: fotografías, grabaciones, vídeos y anécdotas te hicieron renacer.

Tenías razón, Tino: “Sólo se vive dos veces. Esta es de verdad”

María Eugenia Jordá, “Jenny Embrujhada”